Se trataban en publico como desconocidos, llevaban poco juntos y todavía no sabían muy bien como juntar a esos dos grupos tan dispares, entre si. Por ahora, solo se disfrutaban y hablaban en la intimidad.
Por un nexo en común, fueron todos a pasar el día de pascua a la montaña, de torra. Mas de treinta personas todas comiendo, hablando, riendo al mismo tiempo. Se lanzaban miradas y sonrisas furtivas, mientras reían con sus compañeros de mesa mas cercanos.
Ya en la sobremesa, continuada por la tertulia, unos se quedaron dormidos, otros jugando a las cartas, otros entreteniendo a los niños, y otros se dispusieron a dar un paseo.
Se quedaron rezagados del resto, dieron unos cuantos pasos juntos y sus manos se rozaron, dando lugar a un sin fin de deseos irrefrenables, apoyados en un árbol, jugaban con sus lenguas, rozaban, besaban y mordisqueaban sus labios, como su fueran dos adolescentes.
Sus manos empezaron a acariciarse por encima de la ropa, suavemente, pero aquello no les basto, deseaban mas, se vieron inmersos en una vorágine irrefrenable. Sus manos se deslizaron por debajo de las camisetas, miraron hacia en camino y se dispusieron un poco mas adentro de aquel inusual bosque, entre miradas cómplices se iban desnudando, cuando terminaron frente a otro árbol mas grande que el anterior, lejos de las miradas.
Ambos con el pecho al descubierto, se precipitaron a su lujuria, los besos les supieron a poco, querían beberse sus jugos, echos y dados por los mas fervientes deseos carnales. Ella apoyada contra aquel frondoso roble, mientras el sumergía su cabeza entre sus pechos, redondos, suaves y con esos pezones que le reclamaban atención, deslizo su lengua por ambos, jugaba con ellos, los mordía y succionaba, hacia círculos a su alrededor, ella tan solo podía enredarse en su pelo.
Levanto la mirada y sus ojos le indicaron que estaba mas que dispuesta para ser penetrada, le dio un fogoso beso en la boca y la volteo quedando a su espalda, ella apoyo sus manos, al tiempo que el le bajaba los vaqueros hasta sus rodillas, visualizaba sus nalgas, como ella se acomodaba apoyando solo las puntas de sus pies, arqueando su espalda y sacando su culo para ser atravesada por él.
La provocación era tal, que mientras se dejaba caer sus propios pantalones hasta los tobillos, le dio un azote en una de sus nalgas, se mojo los dedos y se los metió entre sus piernas, la noto húmeda, un gemido salio de su boca, le volteo la cabeza e introdujo sus dedos chorreantes de su propio jugo en la boca, mientras se colocaba para embestirla con fuerza, cogiéndola por sus hombros para tener un mayor control.
Noto como su miembro se abría camino, primero entre sus labios para luego entrar definitivamente en su coño caliente y húmedo, poco a poco quería disfrutar de aquel instante, se deshacían por momentos ambos, pero quería aguantar al máximo, hacerla gozar como nunca. Toco fondo y salio, y entro de cuajo sin dilación y salio despacio, una y otra vez, plas, plas, plas, notaba como se estremecía en cada embestida, arqueaba su espalda se contraía, notaba como su polla se quedaba prisionera dentro de ella, le gustaba esa sensación le volvía loco, estaban casi a punto los dos, cuando ella exploto al tiempo que giraba su cabeza para verlo por el rabillo del ojo, como él llegaba su orgasmo.
Quedando exhausto con la cabeza apoyada en su espalda, y sus manos en sus caderas y sonriendo satisfactoriamente. Se incorporaron, y mientras se vestían se sonreían picaramente, mientras se decían: Tenemos que repetirlo, aun sabiendo que seguramente seria nunca.
Salieron hasta el sendero cogidos por la cintura y entre risas, llegaron donde se encontraban sus amigos, donde no hizo falta decir nada para que todos se dieran cuenta de que estaban juntos.
FIN.
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