Relatos 3.0

publicado en: Blog, Relatos | 1

LA PROPUESTA       25/9/2019

Caballero, le propongo algo…

No deseo de usted, un compromiso como tal, dado que no me iré con usted y sus amigos, ni tampoco usted vendrá con los míos. Tan solo, si la ocasión se ve propicia, podremos coincidir en algún evento, aunque lo dudo, dado que su mundo y el mio son completamente diferentes.

No deseo de usted un amor fiel, deseo que continué teniendo sus amigas pasadas, presentes y futuras. Al igual que yo, podre visitar a mis amistades masculinas para quitarme el desasosiego de no tenerlo a mi lado, quitarme las ganas, y con ellas se me multipliquen por mil, para cuando lo tenga a usted cerca.

No deseo de usted, un «buenos días» y «buenas noches» todos los días, pero si le agradecería que cuando le apetezca, me cuente que tal su día, al igual que haré yo. Deseo alguna noche en vela, solo hablando o …. No deseo de usted, que pierda su preciado sueño, su descanso. Pero si que cuando este despierto, se sonría de vez en cuando pensando en mi, en aventuras venideras. Tengo la mente inquieta, y locuras no me faltan.

No deseo de usted, besos a escondidas, ni caricias furtivas, deseo poder saltar encima de usted nada mas lo vea aparecer, poder demostrarle que cada poro de mi piel lo desea con brío y entusiasmo.

No deseo de usted, una relación formal dado que no deseo una vida en común, pero quizás amanezcamos juntos en alguna ocasión.

No deseo de usted, que cambie su vida por la mía, pero si me gustaría que en alguna ocasión me acompañe, para lucirlo a modo jarrón, en algún evento social, aunque ello conlleve, despojarse de su ropa, compartir nuestros cuerpos, con todos los que nos entren por los ojos o lo que sea, sin celos, sin posesión, sin nada, pero con todo a la vez.

De usted deseo, sus besos, su sonrisa, su cuerpo, su mente, su todo.

Juntémonos solo para revolcarnos como perros hambrientos de deseo y pasión desmesurada, juntémonos para exhibirnos bajo un cielo con millones de estrellas, juntémonos para contarnos las historias de la semana, juntémonos para un café secreto, con caricias y roces furtivos, cercanos a las miradas de la gente, que no entenderá que sucede o si. Juntémonos, a ver que pasa.

Acepta, caballero?

 

SEÑOR X                6/10/2019

En aquella habitación con la mesita de cristal y sus cuatro taburetes, sentada en uno de ellos se encontraba fumando un cigarro y bebiendo de aquel vaso al cual ya solo le quedaba hielo, se quedo ensimismada con la vista perdida en el cuadro que había colgado en la pared de su izquierda.

Cuando un silbido a sus espalda le hizo girar la cabeza, ese silbido que hacia años que no escuchaba, ese silbido que decía < estoy aquí, he llegado> y echaba tanto en falta, una persona muy querida para ella, siempre que entraba o hacia su aparición en casa o donde fuera, silbaba así, y aun recordaba que tanto ella como sus hermanas, estuvieran en cualquier lado, tanto de pequeñas como de mas mayores, salían en su busca con una super sonrisa. Su mente le dijo, tu primo también silva así, lo has oído alguna vez.

Allí estaba él, apoyado con su brazo izquierdo en el marco de la puerta, no daba crédito a lo que estaba viendo, como había silbado así, como sabia él que haciendo eso se giraría de inmediato, como tantas cosas en tan poco. Se quedo sin palabras, mientras lo miraba de arriba abajo, llevaba unos vaqueros oscuros, zapatos color camel con cordones y una camisa a cuadros pequeños, azules y naranjas. Todavía conservaba su piel bronceada del verano, con sus gafas y sonriendole, estuvieron unos segundos mirándose, ella llevaba su vestido lencero negro sin ropa interior, se puso nerviosa y cerro las piernas, pero acto seguido recordó donde estaba y se tranquilizo un poco, estaba en su terreno, era él  quien no le cuadraba para nada o al menos no se lo esperaba.

Como pudo le dijo, hola y acto seguido salio de su boca un < Señor X, que hace usted por estos lares? no lo hacia yo visitando estos lugares de placer y perversión> hacia ya algún tiempo que para ella misma al referirse a el lo llamaba así, y le salio de sopetón. Sonreían y no se quitaban ojo, ella empezaba a sentirse rara, no sabia muy bien ni como tratarlo ni que decirle, solo se decía estarás soñando pellizcare, porque esto no es normal. Continuaba allí en el marco de la puerta, no sabia bien que decir. Cuando él empezó, acabo de llegar de viaje y he escuchado que te ibas de fiesta con un grupo y hablaban de que venían aquí, y te has ido con ellos, así que ni lo he pensado, he pasado por casa, una ducha rápida y me he venido. Me habían dicho que ibas de blanco, pero ya veo que no. En mis viajes frecuento bastante estos tipos de locales, me has llamado Señor? tan mayor me ves? creo que somos iguales, quizás, unos meses mas mayor que usted señorita, pero nada más.

Le había llamado señorita, no daba crédito, su mente no recapitulaba toda la información que estaba recibiendo como debía, señorita? le gustaba ese juego,  prometía. Mientras su cabeza seguía pensando,  dijo con voz dulce, caballero como ha entrado hasta aquí y como sabia que estaría aquí sentada y no por ahí despendolada como viene a ser lo propio en mi? La miro y saco su paquete de tabaco, usted fuma, yo también, así que después de estar un rato en la zona de chicos he preguntado para fumar donde y me han dicho que tenia que pasar al cuartito de fumadores, así que aquí estoy. Sabia que tarde o temprano aparecería por aquí, lo que no sabia es que la encontraría fumando. Me gusta su vestido es muy sexy, puede levantarse de su asiento y darse una vueltecita para deleitarme la vista, si así lo considera oportuno y lo desea.

Que si lo deseaba? mas que menos, como le hablaba así, la estaba poniendo a mil en cuestión de minutos. Lo deseaba hacia ya tiempo, por mas que se dijera ella, que no que no. Se ponía nerviosa solo de verlo, ni os cuento si alguna vez le había preguntado algo, el estomago se le volvía del revés. Ella que podía ser la tía mas borde y cabrona del planeta con cualquiera, pero el Señor X podía con ella, sin dirigirla la palabra, con solo verlo, no lo conocía en absoluto, no sabia por donde cogerlo, dado que tan solo habían intercambiado saludos por educación y alguna conversación banal en los últimos años, nada mas. Ella que había preguntado a alguna amistad en común por él, en un principio creía que era gay, dado que jamas lo vio con una chica, pero si frecuentaba los locales en sus viajes tenia sentido, para unos días que se tiraba en casa, no le hacia falta, tener nada que le atara aquí, era de lógica aplastante.

Se levanto de su asiento, se estiro su vestido por detrás para ajustarlo a su cuerpo y dio un par de pasos a su derecha y quedo de pie frente a él a menos de un metro, la habitación no era tan grande, si estiraban los brazos se podían tocar perfectamente. En un atisbo le entro un poco de vergüenza y bajo la cabeza, pero pronto la irguió, vergüenza a estas alturas venga ya! Sin quitarle los ojos de encima, empezó a darse la vuelta lentamente para que la viera bien, sabiendo perfectamente que su vestido iba abierto por completo por detrás, solo lo sujetaban un par de gomas para que quedara en su sitio y hacerlo mas sexy si cabía. Cuando estaba dándole por completo la espalda, él susurro «ese caballito» sabia bien a que se refería, para alguien como él debía saber perfectamente lo que era, indudablemente.

Cuando ya se tenían uno frente al otro, no sabia muy bien si cogerlo de la camisa y plantarle un beso en todos los morros o ir mas despacio y que fuese el Señor X quien llevara la voz cantante, por que sabia que si empezaba como siempre tenia todos los puntos para asustarlo de tal manera quizás que, de aquel cuartillo no pasaran. Se encendió un cigarro mientras la miraba y sonreía, parecía que la quería poner mas nerviosa de lo que estaba, sus ojos se dirigieron a su entrepierna pensando, sera buena? sera esa justa medida que entra y ya pareces las cataratas del niagara? sera de hacer o de ver? Ojalá sea de ver.

Justo en ese instante aparecido la pareja con la que ella había llegado allí, y casualidades de la vida los dos caballeros se conocían de viajar por esos mundos, en esa conversación distendía ella se tranquilizo, y la mujer de su amigo le dijo, el camionero,  que te había dicho, que te rondaba un chico. Se rieron las dos, mientras los otros seguían hablando. Como su estado ya era el habitual y estaba ya en su salsa, se dirigió al Señor X señalándolo en mitad del pecho con el dedo indice y le dijo: Señor X, vaya pidiendo llave que vamos a probarnos, a ver si es usted tan bueno como llevo yo imaginándomelo durante todo el verano.

Fin.

 

 

 

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